Como narradora, comienzo.. relatando un maravilloso cuento…
Situémonos, años 70, una bonita pareja que ya habían comenzado a flirtear, quedan para pasar una agradable tarde a las afueras de sus moradas.
Ambos son jóvenes, emprendedores, con mentes inquietas y eruditas. Les encantan las ciencias y las letras..
Rodrigo pretende enseñarle a Mónica la materia que estudia día a día;
un tratado de medicina de 1857 que encontró en el desván de su bisabuelo.
Pero al llegar al lugar del encuentro, Rodrigo no halla a su «amiga»..
De repente ella le sorprende escondida tras un árbol, tapándole los ojos.
Del susto, Rodrigo deja caer su maleta llena de enseres…
Recuperado del susto, se disponen a recostarse sobre la manta
de colores que Mónica lleva prestada de su abuela.
Pero… sinceramente a Mónica poco le importaba en ese momento el libro..
solo quería que Rodrigo se acercase a ella..
Intuyó que si cogía una ramita y se ponía a jugar,
provocaría de alguna manera su atención…
Él la miraba impasible.. era tan bella, tan jovial..
Rápidamente él cogió la indirecta y se puso a juguetear con ella haciéndola cosquillas..
De repente pensó que la podría sorprender si le hiciera entrega de un pequeño ramillete de flores de campo…
Le dijo que cerrase los ojos… sintió un alivio… (podía acercarse completamente a ella, sin que se diese cuenta y se enrojeciera..)
Le dio a oler las flores..
Pero cuando Mónica consiguió abrir los ojos…
¡se enfadó! pensó para sí..
¿qué forma es esta de conquistar a una chica de mi talante,
con cuatro míseras flores arrancadas del campo?
Rodrigo se dio cuenta de que había cometido un error y se fue…
A los pocos instantes, reapareció de nuevo mientras ella le esperaba con cierto aire de desdén…
Pero ahora Rodrigo traía consigo un verdadero ramo elaborado al detalle…
Tal fue el entusiasmo que sintieron.. que no pudieron ocultar sus sentimientos..
se apresuraron raudos a darse un fuerte y apasionado beso..
El corazón de Mónica.. estaba ¿medio conquistado?
Ella seguía haciéndose la interesante con ganas de «más»..
Siguieron coqueteando.. esta vez de nuevo sobre la manta colorida…
De repente se levantaron.. les apetecía caminar y descubrir nuevos escondites donde jugar a los esquivas del amor..
Entre juego y juego.. correteaban…
…Se miraban…
…Se tocaban…
…Se sentían..
Se quitaban los sombreros y los tiraban al aire…
Se regalaban más flores de campo.. en burla de la pantomima de Rodrigo..
Mónica se acordó de que en su cesta guardaba unas pizarras y algún globo para
el próximo cumpleaños de su hermana…
Llegó el momento decisivo.. no se aguantaban más..
se DESEABAN…
Rodrigo le preguntó con miedo, a través de una de las pizarras, si con todo lo que había hecho esa tarde..
había conseguido conquistarla..
Mónica le amaba, pero no quería evidenciar ni poner tan fácil la situación a su enamorado..
Ella le pidió su CORAZÓN, solo así la conquistaría definitivamente…
Rodrigo cedió. Sabía que arriesgarse con ella.. solo podía ser un Acierto.
Tímidos entre tanta confesión… se besaron de nuevo..
Pero Rodrigo quiso ir más allá…
¡¡¡¡LE PIDIÓ QUE SE CASARA CON ELLA!!!!!!
Y cómo no, cuando el amor es verdadero.. no entiende de miedos ni de dudas…
Ella asintió con ansia y le propuso la que será fecha definitiva de su inolvidable día.
Y así concluyó una gran tarde de primavera.
Porque.. No solo en los cuentos de hadas.. existe la Felicidad.
Las ilusiones se hacen reales cuando verdaderamente se desean.
